La fruta que llegó para quedarse en la Alta Axarquía

Si hace algunas décadas el garbanzo era el producto estrella de Alfarnate, hoy esta legumbre ha sido sustituida por la cereza, una fruta ácida que ha encontrado en el clima y la situación geográfica de este municipio –por encima de los 900 metros de altura sobre el nivel del mar- un enclave idóneo para una producción de calidad. Actualmente, existe más de una veintena de variedades de cerezas cultivadas en los campos alfarnateños. Entre ellas, la más frecuente es la variedad ‘quince’ (muchos de los tipos existentes se identifican con números), aunque también hay otras que se dan en cierta cantidad, como la ‘celeste’, que se caracteriza por ser especialmente dulce, la ‘burlat’, que es una de las más tempranas, o la de ‘corazón de cabrito’, que es de las más tardías. A ellas hay que añadir otras variedades, como la ‘starking’, la ‘bing’ o la ‘lapin’.En torno a 4 millares de cerezos hacen posible que cada año se produzcan en Alfarnate entre 70.000 y 80.000 kilos aproximadamente. La mayoría se consume directamente como fruta, aunque también hay quien hace con ellas licores o la utiliza para hacer un sugerente gazpacho.

Distribución

Buena parte de la cosecha de cerezas alfarnateñas se distribuyen dentro de la provincia de Málaga. Algunos productores llevan directamente el producto a algunas localidades, como Málaga, Vélez-Málaga o municipios de la Costa del Sol, mientras que otros aguardan en Alfarnate para venderlas directamente desde allí. De hecho, cada año son miles las personas que se acercan a la Fiesta de la Cereza para poder adquirirlas directamente de los agricultores. Se trata de un evento gastronómico que sirve cada año no sólo para vender sino también para poner en valor esta saludable fruta ácida. En los últimos años, también se ha comenzado a plantar algunas parcelas de otra fruta roja, la frambuesa, con la que una empresa local, Licores de la Abuela, elabora una bebida alcohólica. Junto a ella, también se hace en el pueblo un licor con cerezas o el resoli, elaborado a base de café.

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La cereza ha encontrado en la altitud de este pueblo de la Alta Axarquía (más de 900 metros sobre el nivel del mar) un hábitat perfecto. De hecho, en los últimos años ha aumentado considerablemente la producción de esta fruta ácida, hasta el punto de convertirse Alfarnate en un referente en su producción. De hecho, hoy en día hay quien usa el lema del ‘valle del Jerte malagueño’ para aludir a la importancia de su cultivo. Eso sí, además de Alfarnate, también existen algunos municipios como Genalguacil, donde hay desde hace décadas algunos cerezales.

La cereza comenzó a cultivarse en la localidad de Alfarnate al principio de la década de los años 90 del siglo pasado. Concretamente, los lugareños señalan 1992 como el año en el que se plantaron las primeras parcelas de cerezos. Sin embargo, muchos alfarnateños ya sabían que este árbol se adaptaría sin problemas a las condiciones climatológicas del pueblo, ya que, una década antes muchos de ellos plantaron algunas de las variedades de cerezo en los patios de sus casas.

Las cerezas son conocidas especialmente por sus propiedades desintoxicantes y antiinflamatorias. De hecho, entre sus beneficios para el organismo destaca muy especialmente por ser una fruta que ayuda a eliminar los niveles de ácido úrico en la sangre, así como su poder laxante y diurético. Además de prevenir enfermedades como la anemia, sirven para evitar la desmineralización de los huesos gracias a que tiene componentes como el hierro, el calcio y la vitamina C. Su riqueza en bioflavonas es muy útil para combatir la degeneración celular.

Las cerezas no sólo son una importante fuente de ingresos para el pueblo de Alfarnate sino que también ofrece un espectacular colorido durante su floración, que tiene lugar entre los últimos días del invierno y los primeros de la primavera. De esta forma, el entorno de este municipio de la Alta Axarquía se transforma notablemente con el color rosáceo de las flores de los cerezos. En países como Japón sienten una verdadera pasión por este momento del árbol. En este país oriental existe la arraigada costumbre de la ‘hanami’, que consiste en comer bajo estos árboles mientras admiran las flores en familia o con amigos.