El aroma y sabor de los desayunos y meriendas

El aroma de los churros recorre cada mañana las calles de Málaga. En cafeterías y churrerías de la provincia no puede faltar este producto tan tradicional de la gastronomía española. Especialmente en los meses de invierno, donde un buen plato de churros con chocolate es la mejor opción para sacudirse el frío, ya sea a primera hora del día, para la merienda o por la noche. La histórica tradición de los churros en nuestro país ha dado fruto a numerosas denominaciones, variedades y recetas: desde las tradicionales ruedas, más pequeñas y con forma circular, hasta las famosas porras, estiradas y ligeramente más gruesas o los churros madrileños, con forma de lazo. Pero si hay una variedad que se puede considerar como el auténtico churro malagueño, esa es la de los tejeringos. Los tejeringos, también conocidos como jeringos, son los churros tradicionales de la provincia de Málaga (y también comunes en otros puntos del sur de Andalucía).

Se trata de una variedad cuya elaboración es mucho más compleja y artesanal, ya que deben dibujarse totalmente a mano. Su masa ha de estar siempre fresca, al contrario que la de las porras o los churros, que se puede congelar. Reciben su nombre del instrumento en forma de jeringa que se emplea para hacerlos.

Variedades

Los tejeringos son hoy un producto que solo se puede degustar en algunas churrerías concretas de la provincia debido a la enorme inversión de tiempo que requiere su elaboración. No obstante, la evolución de las recetas de churros ha posibilitado la aparición de nuevos sabores y variedades: porras rellenas y cubiertas de chocolate o con vainilla, churros con canela o churros con azúcar, entre otras. Sin embargo, los más consumidos siguen siendo las tradicionales ruedas de churros y las porras. Ambos comparten una masa común compuesta de harina, agua, azúcar y sal. La principal diferencia entre ellos radica en que las porras llevan una cantidad muy pequeña de bicarbonato sódico y la proporción de harina es un tanto superior que en los churros. En su elaboración también hay una mínima diferencia: se emplean diferentes instrumentos para verter la masa sobre el aceite y, en el caso de las porras, la masa se deja reposar unos minutos antes de echarla a freír.

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La tradición de los churros tejeringos en Málaga se remonta a la década de los 60. Esta variedad de churro malagueño tiene una masa mucho más consistente que la de los churros tradicionales. Esto era una ventaja para los bolsillos para las familias de la época con poco poder adquisitivo: con menos cantidad se saciaban antes. Los tejeringos se fabricaban con forma de lazo para facilitar su transporte. Para ello, se introducía el aro del churro en ramas de juncos. De esta forma también se ahorraba en papel a la hora de servirlos.

No puede entenderse un plato de churros sin un buen vaso de chocolate caliente al lado, sobre todo en los meses más fríos. En esta combinación se mezclan los sabores salados y aceitosos del churro con el punto amargo que ofrece el chocolate. El hecho de tomar chocolate con churros también se entiende como un acto social en España: una excusa para juntarse con amigos o familiares y charlar en el desayuno o en la merienda. También es el desayuno habitual de los jóvenes antes de acostarse tras volver de una noche de fiesta.

En Málaga existen ciertos lugares que se han convertido en un espacio de culto para los amantes de los churros y el chocolate. También para los turistas que acuden a la provincia y que, debido a la fama que rodea estos espacios, no han dejado pasar la oportunidad de disfrutar del sabor de sus churros. En la capital se pueden visitar algunos espacios que llevan décadas poniendo aroma a las calles, cafeterías con solera donde se sirven todas las variedades de churros y donde cada uno de ellos tiene un sabor único.