Aperitivo crujiente y salado hecho con lo mejor de la huerta

Las patatas fritas de Málaga son un aperitivo crujiente, salado y lleno de sabor. También son uno de los productos más adictivos para el paladar. No podrás comer solo una. Ante la feroz competencia de las grandes marcas internacionales, en la provincia sobreviven productores que siguen elaborando este snack como antaño: con cariño y de manera artesanal. Las patatas fritas malagueñas se elaboran a partir de una selección de los mejores productos de la huerta. Solo las patatas de mayor calidad pasan la criba para convertirse en patata frita.

Una de las claves es la elección del aceite. En este caso la patata se fríe con aceite de girasol alto oleico, el cual se conserva mejor que el aceite de girasol convencional y, además, tiene un alto índice de omega 9. En algunos casos también se emplea aceite de oliva para freír las rodajas. El punto de sal es el otro factor que le da a cada patata el sabor adecuado. Elaboración cuidada El proceso de elaboración de las patatas fritas de Málaga se efectúa mimando cada detalle. En primer lugar se realiza una selección de las mejores patatas. El objetivo es que todas las patatas tengan un tamaño similar y una forma regular. El siguiente paso es el del pelado. Se realiza con una peladora automática, pero posteriormente se revisan una por una por si ha quedado algún trozo de piel o suciedad. Una vez peladas, las patatas pasan por la cortadora. Para ello se emplea una máquina calibrada que hace todas las rodajas del mismo tamaño y grosor para conseguir un frito homogéneo. Cabe destacar que el proceso de freír la patata es clave: todas deben tener la misma textura y estar igual de crujientes.

La mayoría de los fabricantes emplean un perol (recipiente metálico) para este paso. Por último es el momento del salado y del enfriado. Otros sabores La patata frita elaborada con aceite de girasol y sal es el sabor habitual en las patatas fritas malagueñas. Sin embargo, existen otras variedades con diferentes características. Una de las más frecuentes es la patata frita con sal y perejil, elaborada con pequeños trozos de esta planta que le dan el aroma especial. Pero este sabor no es el único: también se pueden encontrar patatas fritas con cebolla, jamón, ajo o vinagreta.

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Para la elaboración de las patatas fritas malagueñas se emplea aceite de girasol alto oleico. Este aceite se conserva mucho mejor que el aceite de girasol convencional. Además, ofrece un alto aporte de omega 9. Entre otras propiedades, esta grasa ayuda a rebajar la hipertensión y es beneficiosa para aquellas personas con problemas de corazón y colesterol. También es útil para reducir el riesgo de padecer artritis y para generar un aumento y fortalecimiento de las defensas del sistema inmune.

Los productores de patatas fritas malagueñas se encuentran en una continua reinvención. Las patatas fritas con aceite y sal son las clásicas y más consumidas en nuestro país, aunque no se puede decir lo mismo en el mercado internacional. A los británicos, por ejemplo, no les gusta su sabor. En cambio, sí que prefieren otros más atrevidos como las patatas fritas con sabor a bacon y queso, las patatas fritas con sabor a queso y cebolla o las patatas fritas con sabor a pollo.

La patata frita es el producto más común entre los fabricantes de este tipo de aperitivo en Málaga. Sin embargo, existen otras variedades también populares y con gran demanda en el mercado. Entre ellas destacan las cortezas de trigo (aspecto más robusto, ligeramente más gruesas y duras), las patatas deshidratadas (consideradas como las patatas fritas light porque tienen menor cantidad de grasa) o los cócteles de aperitivos, compuestos de distintas variedades de snacks.